Simplemente con escuchar su nombre o verla escrita nos sube unos escalofríos que quizás algunos no puedan controlar.
No se habla de ella, no hay cultura en occidente sobre el tema, pero lo más curioso es que es una parte inseparable de la vida.Todos a lo largo de nuestra biografía hemos vivido hechos relacionados con ella: fallecimiento de nuestros padres, parejas, hijos,hermanos, amigos, vecinos, mascotas…
Probablemente nos haya cambiado la manera de mirar la vida; nuestras creencias, emociones y sentimientos se agolpan en las ventanas del corazón: nuestras lágrimas limpian sutilmente los recuerdos de ese ser querido que nos deja.A nuestra mente vienen dudas, miedos, odio, rabia y un sin fin de sentimientos que muchas veces no sabemos cómo encauzar.Pero…¿Y si la muerte no es el final?. Como diría Sócrates: " Solo sé que no sé nada".
Cada vez son más los autores ( fuera de conceptos religiosos) los que alzan la voz sobre el tema, algunos incluso médicos que han tenido experiencias cercanas a la muerte o han estudiado casos entre sus pacientes: Raymond Moody, Eben Alexander, Elisabeth Kubler-Ross, Anita Moorjani…y una larga lista donde exponen sus investigaciones realizadas.
Cuando en tu vida has tenido de compañera habitual a la muerte desde pequeña tu mirada cambia hacia ella, sientes que ese ser que ha partido simplemente ha cambiado de estado: " La energía ni se crea ni se destruye , sólo se transforma". Sientes que te acompaña, te ayuda en tu vida cotidiana,recibes señales a veces inexplicables en las que tu mente hace un discurso de la lógica, del razonamiento… pero tu corazón y tu intuición saben que pueden ser posibles, que es real.
¡Cuántas cosas desconocemos de lo que es real o no…de lo intangible!.
Estoy segura que todos aquellos que nos sentimos acompañados marca la diferencia con un paso firme en su día a día, en su caminar por la vida.Hagamos honor a los que nos acompañan, invisibles, silenciados; hagamos su despedida con amor y serenidad sabiendo que nos conducen como Faro de luz que guía a un barco a buen puerto en nuestro paseo por la existencia.
Ana María Vidal Rivera.
Maestra rural
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