A veces llegan lentos y pausados,otras rápidos y veloces como potrillos; nuestro cuerpo se prepara para traerlos al mundo,se les hace un hueco,un espacio entre nosotros que iluminará y cambiará nuestras vidas.
Su cara,sus manos y pies,su pequeño corazón con latidos tintineantes…toda una nueva vida surge entre nuestras manos e inunda nuestro corazón con un sin fin de emociones… algunas jamás antes sentidas.
Van creciendo entre nuestras rodillas,con juegos y canciones,con noches de desvelo,entre nuestras inseguridades y nuestros miedos.
El niño se vuelve hombre, la niña mujer y nos ponen delante sus escudos, el afianzar de su personalidad,de sus sueños, el elevar de sus alas,de su visión de la vida que claramente no es la nuestra.
Son capaces de subirnos y bajarnos en un instante; ponernos entre las cuerdas para que al fin comprendamos que en realidad no nos pertenecen: son hijos e hijas de la Vida que vienen a transitar su propio proceso al igual que nosotros hicimos con nuestros padres,¿O es que ya no nos acordamos cuando llegábamos tarde a casa o mentiamos para que no nos pillaran?.
Tenemos que aprender a tener otra mirada e inculcarles valentía, apoyar sus mínimos esfuerzos,creer en sus capacidades sin anteponer nuestras creencias que para ellos probablemente sean caducas. Un amigo hace poco me dijo:" Lo importante es saber escucharlos,escucharlos hasta la saciedad,sin juzgar".
El juicio es lo que nos pierde ante esta batalla,el tomarnos sus palabras cómo ofensa y de manera personal.
Realmente no es una " batalla" ,no es una lucha de poder,es un acomodar las distintas visiones,es un acompañamiento,un aprendizaje de los padres y madres pues nos ponen en frente a nuestro Ego defendiéndose con uñas y dientes.
En el fondo todos tenemos miedo: unos porque no saben qué les traerá la vida, otros porque temen perder a ese trocito que se antoja de "propiedad ilimitada".
Respiremos honda y profundamente,demos un paseo, bebamos agua,resoplemos…uff! Todo antes que romper el lazo que nos une: el del Amor hacia ese bebé que acunábamos entre nuestros brazos.
Dedicado a mis hijos con todo mi Amor.
Ana María Vidal Rivera.
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