Desde hace varios años a nivel mundial, el movimiento conocido como los "antivacunas" ha ido proliferando en la población. Muchas personas aseguran estar convencidas de lo perjudiciales que son las vacunas para la salud. Algunos incluso señalan que éstas no son más que un método de control o una manera de hacer dinero por parte de las farmacéuticas. Con la actual crisis del coronavirus la existencia de estos grupos se ha hecho mucho más palpable en internet. Miles de usuarios de las redes afirman la inexistencia del COVID-19. Por ello, destacan no estar dispuestos a someterse a la vacunación. Autoridades a nivel nacional han señalado que este tipo de conductas representan un riesgo para el país.
No someterse a la vacunación acarrea un peligro no solo para la persona que toma esta decisión, sino para la comunidad en general y sus familiares y amigos cercanos en particular. La persona que por libre elección no se inmuniza podría contagiarse y propagar el virus a sus allegados. Mientras más personas se contagien, más posibilidades hay de que el virus mute (tal como ya ha ocurrido en varias ocasiones). Por ello, este tipo de conductas acarrearía un riesgo para toda la sociedad. Por este motivo algunas personas han incluso llegado a señalar que la vacunación debería ser obligatoria para toda la población.
Sin embargo, ¿esto solucionaría el problema? ¿son realmente los antivacunas un peligro para España?
Contrario a lo que muchas personas aseguran los antivacunas no representan una alta tasa de la población española. Históricamente España ha sido uno de los países de la Unión Europea menos reacio a las vacunas. Para 2018 el país contaba solo con que un 6% de la población se consideraba afín con los movimientos antivacunas. Una diferencia abismal con Italia, país que posee el mayor número de antivacunas. En él entre un 16% y un 18% de la población asegura no confiar en las vacunas. Y una diferencia no tan grande con Portugal que, con solo un 2% de personas que desconfían, sería el país europeo con menor tasa de antivacunas.
Adicional a esta tasa ya favorable para las vacunas en el país, un estudio reciente de la de la Fundación Española para la Ciencia y Tecnología ha señalado que durante la pandemia la tasa de antivacunas en España se ha reducido en un 2%. Por ende, el movimiento dentro del país correspondería solo a un 4% de la población. Por lo que los expertos señalan que, de momento, el movimiento antivacunas no representa un verdadero peligro para el país.
Entonces, ¿si son tan pocos por qué las autoridades insisten tanto en intentar cambiar esta percepción?
Porque, aunque un 4% de la población no representa un riesgo grave para el país, hay que recordar que cualquier persona no vacunada corre el riesgo de enfermar y morir. Para junio de este año estimaciones medicas señalaban que más de 1.340.000 españoles en edad de riesgo no deseaban vacunarse. Visto en porcentaje solo un 4% puede ser poco, pero si analizamos caso a caso, es un número alto que las autoridades sanitarias desean seguir bajando.
Adicional a ello, otra de las grandes preocupaciones es la facilidad que tienen este tipo de movimientos para compartir sus teorías por el internet. En este aspecto, la Fundación Española para la Ciencia y Tecnología ha señalado que hasta 6 de cada 10 personas han recibido algún mensaje por las redes sociales incitándolos a no vacunarse. Este tipo de textos normalmente viene acompañado de una teoría conspirativa sin pruebas, pero que enumera efectos dañinos y peligrosos de la vacunación. Por ello, las autoridades sanitarias consideran que es importante reforzar la percepción positiva de las vacunas y desmentir las teorías sin bases que circulan por internet. La intención es continuar concientizando sobre la importancia de la inoculación para evitar el crecimiento de este tipo de movimientos.
Portada: Marcha antivacunas en Madrid. Fotografía: El Periódico
María Andrea Sandia Perdomo
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