España ha registrado la cifra más alta de la historia en suicidios desde que empezó a anotarse, hace un siglo. En el año 2020 se quitaron la vida 3.941 personas (el 75% eran hombres, el 25% mujeres). Casi 4.000 seres humanos lograron matarse el año pasado, un año del que saldríamos más fuertes que nunca cómo sociedad. Ese 25% de mujeres que se suicidan son 1.011, solo un 10% por debajo de las 1.117 víctimas mortales de la violencia de género desde el año 2003.
Entre los 4.000 suicidas españoles de 2020 había siete niñas y siete niños menores de edad. Según las cifras recogidas por el Observatorio del Suicidio, si mientras lees esto se ha matado alguien en España, el siguiente lo hará en las próximas dos horas y cuarto. Así de urgente es la situación.
Esto quiere decir que en España, se están suicidando tres veces más personas de las que se matan en accidentes de tráfico. Por otro lado, la cifra de homicidios está por debajo de una décima parte (en 2019, fueron 333 las victimas). En resumen, a quien más se asesina en España es a uno mismo.
El suicidio se ha convertido en uno de los mayores problemas de salud mental para la población. De hecho, según las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística, en el año 2020 se registró el mayor número de suicidios en el país desde que hay datos (año 1906), lo que posiciona la pérdida de la vida voluntaria como primera causa de muerte no natural. Además, se calcula que hubo 80.000 intentos de suicidio si se tiene en cuenta que la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece la adecuación de que 20 personas que trataron de acabar con su vida por cada fallecido por este motivo.
Además, bajo otras causas externas (ahogamientos y envenenamientos, caídas u otros accidentes) pueden ocultarse muertes por suicidio que, por distintos motivos, no son asignadas a esta causa, según indica las OMS.
Las cifras son una sorpresa incluso entre los expertos. “Se esperaba una disminución significativa de los suicidios en 2020, en coherencia con la disminución generalizada de muertes externas (accidentes de tráfico, homicidios, etc.), provocada por el confinamiento (ya que este dificulta enormemente estas conductas, tanto en la vía pública -al estar prohibido deambular por ella-como en los domicilios - al estar en compañía-)”, reconocen desde el Observatorio del Suicidio en España de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio.
Superados los límites de movimiento para frenar la expansión del coronavirus, los problemas de salud mental de los españoles han crecido, según los expertos, y esto ha repercutido en los suicidios. “Después del confinamiento se ha producido un ‘efecto rebote’. Así, por ejemplo, mientras que en abril se registraron un 18,2% menos respecto al mismo mes de 2019, en agosto se produjo un aumento del 34%”, revelan desde la Fundación Española para la Prevención del Suicidio.
Estas personas que se han quitado la vida podrían ser víctimas de unos padres descuidados, de la precariedad laboral, del machismo, del desahucio o de los celos enfermizos, depresivos, drogadictos, pobres, artistas sin audiencia o estrellas con demasiados fans, eso es lo de menos: el acto suicida del que hablamos neutraliza las verdaderas causas y oculta a los responsables. Se coloca a la víctima en el mismo papel que el agresor. La víctima y el verdugo son la misma persona.
Pero, ¿por qué estas personas quieren morir? Quizás por el simple hecho de irse de este mundo, o para dejar atrás un sufrimiento insoportable. Esta indecisión es lo que convierte el suicidio en un tema tabú. Resulta un tema angustioso, inquietante, que en general ni se menciona. Lo evitamos. El suicidio es un fenómeno del que muchas personas poseen una opinión tajante, pero sobre él que muy pocos reflexionan.
Si el suicidio no se ha convertido en una lucha y manifestación social es por su complejidad, y porque no se puede señalar un culpable que cargue con los males. Si no se puede responsabilizar a alguien, los ciudadanos dejan la lucha y se alejan de las posibles complicaciones. Como se trata de un asesinato sin asesino que abandona a una víctima sin compasión, queda tras el protagonista una lista de culpas sin precisar. Sus allegados se preguntarán si tuvieron algo de culpa, si podrían haber hecho algo, y ese remordimiento será tan grande que optarán por evitar el tema. El suicidio es una repuesta que abre muchos interrogantes
Situación por CC.AA. e ideación
En el balance regional del Observatorio, las variaciones han sido muy dispares por comunidades autónomas. De esta forma, mientras que han aumentado significativamente en el País Vasco, Cantabria y Andalucía, han descendido en Aragón y, sobre todo, Illes Balears, con una disminución de más del 10%. Además, Andalucía registra por sí sola un aumento de 153 fallecimientos.
Estrategias de prevención recomendadas por la Fundación Española para la Prevención del Suicidio
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