La espera llegó a su fin. Rafa Nadal, el rey de la tierra batida, volvió a pisar la Philippe Chatrier 722 días después. Sin embargo, su retorno no fue el esperado. En un emocionante partido de primera ronda de Roland Garros, el balear cayó ante Alexander Zverev en tres sets (6-3, 7-6, 6-3) después de tres horas de intenso tenis. La Philippe Chatrier, escenario de tantas victorias históricas de Nadal, fue testigo de su despedida, envuelta en una atmósfera cargada de emoción y reconocimiento.
Desde el primer saque, quedó claro que Zverev venía dispuesto a demostrar por qué es uno de los tenistas más en forma del circuito. Rompió el servicio de Nadal en el primer juego, estableciendo el tono de la primera manga. Aunque Nadal mostró destellos de su mejor tenis, el alemán mantuvo el control y cerró el set 6-3. La contundencia de Zverev y los errores no forzados de Nadal fueron determinantes en esta fase del partido.
El segundo set mostró a un Nadal más combativo, sacando su puño en señal de lucha y rompiendo el servicio de Zverev para ponerse 3-2. La Philippe Chatrier rugía con cada punto ganado por el balear. Sin embargo, cuando parecía que Nadal cerraría el set, Zverev reaccionó con un juego en blanco y llevó la manga al tie-break. En el desempate, los errores de Nadal pesaron más, y Zverev se lo llevó 7-6, dejando al manacorí contra las cuerdas.
El tercer set fue una montaña rusa de emociones. Nadal comenzó con fuerza, rompiendo el servicio de Zverev y poniéndose 2-0. Sin embargo, el alemán no tardó en reaccionar, consiguiendo un contra-break y llevando el set a un nuevo equilibrio. Los juegos se sucedieron con una intensidad máxima, y cada punto era disputado ferozmente.
El quinto juego del set fue crucial. Zverev tuvo cuatro bolas de break, pero Nadal se aferró con uñas y dientes, evitando la rotura. Aun así, la consistencia y el poderío del alemán terminaron imponiéndose. Zverev logró una rotura vital para ponerse 4-3, mantuvo su servicio y, finalmente, cerró el set y el partido con otro break, sellando su victoria con un 6-3.
La derrota de Nadal fue recibida con una ovación atronadora del público francés, que se puso en pie para despedir al campeón de 14 títulos de Roland Garros. Zverev, en un gesto de respeto, no celebró efusivamente su victoria, consciente del significado de este momento para Nadal y para los aficionados presentes. Nadie abandonó sus asientos, reconociendo el esfuerzo y la grandeza del balear.
Aunque Nadal mostró una buena versión de sí mismo tras dos semanas de dura preparación, no fue suficiente para superar a un Zverev en estado de gracia, reciente campeón del Masters de Roma y actual número 4 del mundo.
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