Martes 28 de mayo. 6ª de San Isidro. Tarde soleada y primaveral. 18.547 espectadores. Las Ventas
- GANADERÍA: 5 novillos de Guadaira y 1 de Torrehandilla, además de 2 sobreros (2º y 4º). Noble y bueno el 1º; rajado el 2º; noble pero sin entrega el 3º; noble pero sin transmisión el 4º; parado y a la defensiva el 5º; noble y flojo el 6º.
- DIESTROS:
LALO DE MARÍA (nazareno y oro): Casi entera (silencio); y dos pinchazos y estocada (silencio).
PEPE LUIS CIRUGEDA (verde y oro): Cuatro pinchazos y estocada casi entera (silencio tras aviso); y cinco pinchazos y estocada casi entera (silencio).
ALEJANDRO CHICHARRO (lila y oro): Pinchazo y estocada (vuelta al ruedo tras petición de oreja); y media estocada y cinco descabellos (ovación con saludos).
La sexta de San Isidro trajo consigo una tarde soleada y primaveral que congregó a 18.547 espectadores en la monumental plaza de Las Ventas. Una jornada en la que Alejandro Chicharro, tras su apoteósica salida por la puerta grande hace 27 días, volvió a demostrar su valía, aunque el triunfo total se le escapó por detalles con la espada.
El tercer novillo de la tarde, de nombre Pernocto, demostró nobleza pero escasa entrega, embistiendo con la cara a media altura. Chicharro aprovechó estas características para iniciar su faena con solvencia y capacidad, marcando diferencias desde el primer momento. Su asiento, trazo y cuajo dejaron una impresión de buen toreo, con una interpretación pura y un ritmo que solo los grandes pueden exhibir.
Chicharro, siempre buscando el pitón contrario, supo ligar las embestidas del tercero con perfecto pulso, tapando los defectos del astado y consintiendo lo necesario para estructurar una faena breve pero meritoria. Las manoletinas con las que cerró la faena añadieron un toque de quietud y ajuste que elevó la calidad de su actuación, aunque el manejo de la espada le privó de una nueva salida a hombros.
El sexto novillo, marcado por su debilidad, apenas se mantenía en pie. Chicharro, demostrando una gran templanza y firmeza, supo ver y palpar la calidad y nobleza del astado, aunque esta se sostenía con alfileres. A través de un toreo despacioso y asentado, mantuvo el interés de la faena. Su toreo al natural fue de alta categoría, templado y con largo trazo, dejando una interpretación personal y elegante que se ganó la ovación del público, a pesar de los problemas con la espada que nuevamente le restaron brillo a su actuación.
Lalo de María, vestido de nazareno y oro, dejó una actuación en la que su falta de imposición y ruptura dejó todo en una superficialidad que no conectó con el público. Sus mejores momentos llegaron al final del trasteo, cuando el interés de los asistentes ya había disminuido considerablemente.
Pepe Luis Cirugeda, en verde y oro, mostró evidentes problemas con la espada, acumulando pinchazos y dejando una imagen de novillero perdido entre la indiferencia del respetable. Su falta de contundencia y definición le pasó factura, dejando su actuación en un silencio desaprobador tras los avisos del presidente.
La tarde contó con cinco novillos de Guadaira y uno de Torrehandilla, además de dos sobreros que se lidiaron en segundo y cuarto lugar. El primero fue noble y bueno; el segundo, rajado; el tercero, noble pero sin entrega; el cuarto, noble pero sin transmisión; el quinto, parado y a la defensiva; y el sexto, noble y flojo.
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