Miércoles, 29 de mayo de 2024. 17ª de abono de San Isidro.
Plaza: Las Ventas, Madrid
Aforo: Lleno de «no hay billetes» (22.964 espectadores)
Clima: Sol y sofocante calor
Ganadería:
6 toros de Juan Pedro Domecq, cinqueños todos, de hondas y cuajadas hechuras. 5º y 6º pasaron los 650 kilos.
- 1º: Con violencia
- 2º: Manso encastado
- 3º: Noble desentendido y rajado
- 4º: Bondadoso y apagado
- 5º: De sobresaliente calidad y entrega, extraordinario
- 6º: Desfondado, no pudo con su alma
Diestros:
Morante de la Puebla (tabaco y oro)
- Primer toro: Cuatro pinchazos y descabello (bronca atronadora)
- Segundo toro: Dos pinchazos y estocada defectuosa (silencio)
Alejandro Talavante (blanco y oro)
- Primer toro: Metisaca, pinchazo, estocada desprendida y descabello (silencio)
- Segundo toro: Estocada baja (oreja)
Pablo Aguado (esperanza y oro)
- Primer toro: Dos pinchazos, estocada y tres descabellos (silencio tras aviso)
- Segundo toro: Dos pinchazos y estocada (silencio)
La tarde de San Isidro en Las Ventas trajo consigo un toro memorable y una faena que quedó a medio camino de la gloria. Rebeco, con sus impresionantes 670 kilos, se erigió como el toro más pesado de toda la feria, pero su volumen no le restó armonía ni calidad. Al contrario, el ejemplar de Juan Pedro Domecq se destacó por su nobleza, entrega y bondad, ganándose un lugar entre los grandes toros de esta edición.
Rebeco mostró desde el primer muletazo una prontitud y nobleza excepcionales, descolgando en los embroques y humillando hasta el final. Su desplazamiento en cada pase, su duración y el son constante lo convirtieron en un toro inagotable, que se fue al desolladero con más. Un toro franco y bueno, que brindó todas las oportunidades para una faena histórica.
Alejandro Talavante, quien tuvo la fortuna de lidiar a Rebeco, dejó muletazos sueltos de gran belleza. Sin embargo, no logró imprimir la autoridad y ligazón necesarias para hacer de su faena un acontecimiento antológico. Aunque cuajó un precioso final de muletazos genuflexos que alcanzaron el clímax, el toreo fundamental no alcanzó la rotundidad esperada. Así, la faena quedó en una buena actuación que debería haber sido memorable, mientras el toro no dejó ni una sola duda sobre su calidad.
Un detalle significativo de la tarde fue el recibimiento hostil de Madrid hacia Morante de la Puebla cuando fue a hacer el quite al bondadoso tercero, que había embestido de categoría en el capote de Pablo Aguado. Morante, con su inconfundible estilo, lanceó sin enmendarse, mostrando su arte con vuelos del capote y una barbilla hundida en el pecho. Sin embargo, la plaza, aún resentida por la actuación de Morante con el primero, no quiso verlo.
Pablo Aguado, por su parte, replicó por chicuelinas con más arrebato que compás, firmando un inicio de faena cadencioso y precioso. Pero su falta de sometimiento al toro, que acabó queriéndose rajar, no le permitió cogerle el aire, terminando la faena de manera deslucida.
El cuarto toro de la tarde no tuvo continuidad, dejando a Morante sin opciones para lucirse. El sexto, agotado tras el segundo muletazo, no pudo con su esqueleto, frustrando cualquier posibilidad de faena. Talavante tampoco encontró la tecla correcta con el segundo toro de su lote, un manso encastado que exigía más registros de los que él pudo ofrecer.
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