- Jueves, 30 de mayo de 2024. Casi lleno en los tendidos (21.016 espectadores). Sol y calor. Las Ventas.
- Ganadería: 6 toros de Alcurrucén, 1º y 2º con el hierro de El Cortijillo; y un sobrero de Juan Manuel Criado (1º). Devuelto el 1º por flojo, salió el sobrero que tuvo nobleza pero se agarró demasiado al suelo; sin decir nada el 2º; noble el 3º; infumable el 4º; geniudo el 5º, reservón el 6º. Corrida mansa y mala.
- Diestros:
Daniel Luque (verde hoja y oro): Media estocada (ovación); y pinchazo, estocada y descabello (silencio).
- David Galván (azul soraya y oro): Casi entera (vuelta al ruedo tras aviso); y dos pinchazos (silencio).
Una tarde marcada por la desilusión y el descalabro en la Plaza de Las Ventas, donde casi 21.016 espectadores asistieron a la corrida de toros de Alcurrucén, con algunos ejemplares de El Cortijillo y un sobrero de Juan Manuel Criado. A pesar del sol y el calor, la tarde se desarrolló de manera plúmbea, con una bueyada desigual, fea y destartalada que no mostró ni una pizca de bravura, sumándose a los recientes fracasos de Sevilla y del primer encierro de San Isidro.
Desde el inicio, la corrida estuvo marcada por problemas. El primer toro, por su manifiesta debilidad, fue devuelto a los corrales, dando paso a un sobrero de Juan Manuel Criado que proporcionó uno de los momentos más valientes de la tarde. El picador Israel Pedro quedó atrapado bajo el caballo derribado, y en medio del caos, Juan Carlos Rey, a cuerpo limpio, logró alejar al toro, salvando al picador.
Víctor Hernández, en su confirmación de alternativa, se comprometió con su primer toro, que mostraba una seria condición al arrancar. A pesar de su firmeza y valor, la faena careció de intensidad debido a la falta de repetición del toro. En el sexto toro, Hernández volvió a demostrar su valentía, exponiéndose al máximo y matando con una soberbia estocada, lo que le valió una ovación tras aviso.
Daniel Luque, vestido de verde hoja y oro, lidió con un segundo toro vacío de casta y emoción. Su faena fue técnicamente perfecta, ganando terreno hasta meterse entre los pitones y resolviendo con autoridad, aunque la espada no acompañó en la mitad final. El cuarto toro, con un comportamiento abueyado, no embistió en ninguna ocasión, frustrando incluso a la poderosa muleta de Luque, quien recibió silencio tras su lidia.
David Galván, de azul soraya y oro, lidió con un tercero de nobleza apagada que pedía temple. Aunque inició su faena con tres maravillosos muletazos, la falta de una serie rotunda dejó su obra inconclusa. Cerró con una vuelta al ruedo tras aviso. En su segundo toro, un manso y reservón quinto, Galván demostró su capacidad y valor, ofreciendo el pecho y robando una tanda al natural de gran mérito, pero el toro se murió de mala manera, como la tarde misma, sin apenas historia.
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